sábado, 10 de marzo de 2012

Pasiones

Todos tenemos una, soñamos con ella, nos divertimos cada vez que la vivimos o que, simplemente, pensamos en ella. Todos nos sentimos un poco menos toscos, menos insignificantes y, a su vez, más completos y desafiantes, gracias a ella. Muchos que aún no la encuentran, se preguntan: "¿qué puede haber de divertido haciendo eso?" o bien: "¿cómo saben que es eso lo que llena sus días, sus noches, sus sueños?" Otros, confiesan, avergonzados: "Yo también quiero una". Ahora mismo me atrevería a asegurar que todos, internamente, sabemos cuál nos corresponde. Y muy pocos han logrado exteriorizarlo realmente. Sabemos cuál es la que nos acompaña, cuál dirige nuestros pasos, cuál se nutre a su vez de nosotros, cuál no es nunca suficiente, cuál jamás nos llegaría a aburrir, ni a aplastar, ni a faltar. Porque está en nosotros siempre. Aunque la dejemos dormida por años. 



La deseamos, en ocasiones, sin ni siquiera saberlo. Se convierte en una necesidad descomunal para quienes la descubren alguna vez y, dejarla ir, simplemente, se torna en un imposible. La pensamos a cada instante, decidimos en función de ella e, incluso, dejamos nuestras responsabilidades, otros anhelos, algunos deberes, de lado, únicamente por ella. Somos capaces de superar obstáculos para obtenerla, para saciarnos, para vivir con intensidad a su lado. Ella nos destruye y nos construye, todo al mismo tiempo, aunque parezca carente de sentido. Nos lastima, nos anima, nos condena, nos arrastra, nos alivia. Ella siempre está, sólo hay que saber buscarla y no dejar dominarse por completo por ella, aunque ese hecho parezca prácticamente inevitable. Se constituye en nuestro motivo de vida, sobre todo cuando todo lo demás parece haberse vaciado de significado, de sentido. Nos rendimos a sus pies, confiamos plenamente y perdemos la cabeza por ella. Aunque nos agote, nos enfrente, nos asfixie, siempre volvemos a ella, como un clavo atraído por un gigantesco imán. Por ella escribimos, soñamos, brindamos, sonreímos y lloramos. Yo la anhelé, la intuí, la soñé, la descubrí, la respiré, la vivo, la utilizo, la construyo, me motiva, la viviré, la entenderé y la expresaré siempre. Ella es la pasión. Mi pasión tiene nombre y movimiento, es la danza... ¿cuál es la tuya?


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